sábado, 25 de agosto de 2012

¿Cómo pasaron el día del lector?

Espero que con una buena lectura.

Podemos definirnos como muchas cosas, hijos, padres, trabajadores de equis profesión, pero algo que nos une a todos es la categoría de estudiante (a excepción de los apáticos y de aquellos que creen saberlo todo, -toda pobre gente lastimosa que ni vale la pena pensar en ellos-). Se puede estudiar desde una materia en particular a cualquier cosa que nos propongamos. Nunca se deja de aprender desde el primer día de nuestras vidas hasta que expelemos el último suspiro y queriendo o no, estudiamos; analizamos atentamente aquello que nos interesa aprender, ejercitamos el entendimiento para comprender alguna cosa. Estudiamos.

Y este conocimiento que vamos incorporando puede proceder desde cualquier medio. Según el que elijamos nos proveerá de diferentes categorías. Yo elijo sin lugar a dudas, la categoría de lector. Porque hay muchas formas de adquirir este conocimiento, pero entonces ¿qué hace tan maravilloso al libro, a la literatura? Sencillo, el abanico de posibilidades que nos ofrece. Es cierto que muchas cosas se aprenden con la prueba y el error, la experimentación, el día a día, la experiencia, el conocimiento de las calles, dirían algunos. Pero si me pregunto qué se sentiría al pisar un planeta totalmente desconocido y encontrarme con una raza de seres tan diferentes como parecidos a nosotros, qué se sentiría viajar alrededor del mundo en globo, qué al viajar en el tiempo y vivir en el Imperio Romano; la literatura me responde estas preguntas de mil maneras distintas, una por cada libro, una por cada autor. Y no hay forma de que yo individuo logre experimentar sólo por mí mismo, tales experiencias (quizás sí, si dispusiera de un cohete, un globo y una máquina del tiempo -o simplemente tuviera una TARDIS-). Lo mismo si estamos pensando en otro tipo de viaje, ya sea sentimental, mental o espiritual. ¿Cómo una sola persona podría experimentar la cantidad de romances en su sola existencia que lograra equiparar la cantidad de veces que me enamoré junto a la protagonista de la novela de turno? La ficción en general tiene la llave, otra vez no importa el formato.

Me encanta el cine, y veo todo y de todo. Pero tengo que admitir que en un libro la historia tiene tiempo de explayarse, retorcerse, dar la vuelta y saltar tan libre como quiera, casi sin limitaciones. ¿Por qué? Porque nuestra imaginación no tiene límites. Otra vez, no importa el formato, lo que importa es el conocimiento y cuánto podamos adquirir para nosotros mismos, para formarnos como personas y ciudadanos pensantes. Seres que pueden ver el mundo que nos rodea con ojos más sabios, de la misma forma como vieron los cientos de otros mundos en los que nos permitieron vivir sus creadores el tiempo en que duró la película o el libro. Ver esos mundos y luego el nuestro, y tener la imaginación para querer cambiarlo. Saber que existen otras realidades posibles.

Pero yo amo el libro, puedo llevarlo en mi bolso y sumergirme cuando quiera.

Pero yo amo las palabras escritas, porque además de todo esto, me permite rozar los sonidos como si fuera una canción, una poesía. Las palabras resuenan de acá para allá, de arriba hacia abajo unas con otras y me atrapan en sus vueltas. Por eso amo las bibliotecas y esta carrera que elegí. Que el conocimiento sea moneda corriente entre todos, esté al alcance de todos y nadie quede exento de aquella cosa que quiera saber. La información esté en el formato que sea, la biblioteca puede tenerla. Somos el puesto de información por excelencia. No sabemos todo (nadie nunca sabrá todo), pero sabemos dónde buscar todo.


Aquí abajo agrego un comercial de una editorial que me gustó mucho y expresa lo que nos pasa cuando estamos inmersos en una lectura (no, ¡¿tan rápido ya estoy llegando a casa?! Si recién me subí al micro... ¡¿Justo ahora que está a punto de descubrirlo, me tocó el turno en la cola?!)
Como se dice, las palabras son sueños y sirven para soñar.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- [Para muchas de las personas que conozco, esto que digo es absurdamente obvio. Para quien se autodefine como lector, así es. Pero la posibilidad de decirlo prolijamente (o tan prolijamente como puedo lograrlo) y que esté girando en la infinita y paciente web, es demasiado tentadora para dejarla pasar durante una noche de insomnio y café.]

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